La Fédération Cynologique Internationale (FCI) describe al Jack Russell Terrier como un perro de tamaño pequeño a mediano, ágil y compacto, concebido originalmente para la caza de zorros. Su anatomía equilibrada permite movimientos rápidos y precisos, rasgo esencial que se refleja en cada ejemplar que criamos según este reglamento.
Origen e historia
El origen del Jack Russell se remonta a mediados del siglo XIX en Devonshire, Inglaterra, gracias al reverendo John “Jack” Russell, quien seleccionó ejemplares de fox terrier con la finalidad de obtener un perro de caza versátil. A lo largo de las décadas, la raza ha mantenido su esencia de perro de trabajo, pero también ha ganado popularidad como compañero familiar por su carácter valiente y afectuoso.
Dimensiones y proporciones
Según la FCI, la altura ideal para un Jack Russell oscila entre 25 y 30 cm a la cruz, con un peso que rara vez supera los 8 kg. La proporción entre la longitud del cuerpo y la altura a la cruz debe ser aproximadamente 1:1, lo que le confiere una apariencia cuadrada y robusta. Estas proporciones facilitan la resistencia y la velocidad, cualidades muy valoradas en exposiciones y competiciones de agilidad.
Temperamento ideal
Un Jack Russell debe mostrar alerta constante y valor, guiado por un instinto de presa marcado pero sin agresividad descontrolada. Con la familia se muestra cariñoso y juguetón, aunque conserva cierta independencia que le hace resolver desafíos con astucia. La FCI también destaca la importancia de un carácter equilibrado, donde la confianza no derive en territoralismos excesivos.
Pelaje y colores
El estándar reconoce dos tipos de pelaje: duro y liso, o “broken”, ligeramente más largo y desestructurado. El color debe predominar en blanco, con marcas tan intensas como deseables en negro, fuego o ambas tonalidades. Estas marcas no afectan la calificación, siempre que el patrón cumpla con la armonía visual y el pelaje muestre salud y brillo.
Importancia de criar según estándar
Alinear la cría con el estándar FCI no solo garantiza la homogeneidad morfológica, sino también un temperamento predecible y una salud robusta. En Los Esparteros, cada camada se somete a juzgamiento técnico para asegurar que progenitores e hijos respeten estos criterios, promoviendo la mejora continua de la raza.